No te quedes inmóvil al borde del camino no congeles el júbilo no quieras con desgana no te salves ahora ni nunca no te salves no te llenes de calma no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo no dejes caer los párpados pesados como juicios no te quedes sin labios no te duermas sin sueño no te pienses sin sangre no te juzgues sin tiempo
pero si pese a todo no puedes evitarlo y congelas el júbilo y quieres con desgana y te salvas ahora y te llenas de calma y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo y dejas caer los párpados pesados como juicios y te secas sin labios y te duermes sin sueño y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo y te quedas inmóvil al borde del camino y te salvas entonces no te quedes conmigo.
Hay veces en que uno cree saber, pero en verdad uno no sabe nada, nada. Incluso de sí mismo, por ejemplo, cuando uno cree estar feliz y de un momento a otro todo se viene abajo. La luz se apagó, llegaron las nubes negras, ya nada tiene el mismo sabor ni tampoco el mismo brillo con lo cual veías las cosas, y empiezas a ver todo de otra forma. Desde un punto de vista totalmente distinto, osea, te das cuenta que en tu interior existía un vacío que hasta ese momento no conocías. Te miras al espejo y no te puedes reconocer, ves algo que en realidad no eres tú, algo totalmente distinto, un yo que estaba oculto muy dentro de ti. Buscas el famoso ¿Por qué? y no lo encuentras, entonces, ¿Por qué estas ahora así?, si hace cinco minutos atrás estabas tan bien. ¿Qué es lo que te falta?
Cuando uno pregunta a otra persona “¿Qué te sucede?”. La respuesta más común de escuchar es: “nada, estoy bien” (dicho con un total vacío).
- ¿Seguro(a)? -
- Sí, en verdad no me ocurre nada -
Pero que completa falsedad, a veces nosotros pedimos que los demás no nos mientan y que no nos hagan daño, cuando en verdad, los primeros en hacernos daño somos nosotros mismo. La mejor mentira que puedes inventar, no es precisamente la que te creen los demás, sino la que te crees tú mismo. La haces tan real, das por hecho que ocurre algo que en verdad no existe, que es un invento de ti, entonces ¿Por qué te mientes? Por qué te dices a ti mismo no me suceda nada cuando en verdad sabes que algo malo ocurre, que hay algo que no anda bien, pues la respuesta a eso es muy sencilla: tienes una venda en tus ojos, lo cual no te deja ver lo que tienes adelante, pero no es cualquier venda. No es como una de esas que usa “El Zorro” para cubrir su rostro y deja sus ojos libres para poder ver lo que tiene en frente, sino que ésta te cubre tu rostro entero, sin poder dejarte ver nada, absolutamente nada. Y como no sabes qué es lo que tienes en frente, entonces inventas, creas, imaginas una realidad la cual no existe y la ves constantemente. Producto de esto terminas por convencerte que eso que ves, existe. Ahora el fin de esta venda, en realidad no era dañarte. No es la culpa de ella, tú la inventaste, ya que esta venda no te deja ver la verdad que existe frente a tus ojos, por el miedo que le tienes a ella, porque ella sabe que eso te hace mal, te hace sufrir, pero tú no te quieres sacar esa venda de tus ojos, prefieres vivir una falsa realidad. Un mundo de hadas, en vez de enfrentar la verdad que tienes junto a ti, para poder seguir adelante y crecer.
Sólo te puedo decir una cosa más… FLOJO(A). By Ariel Ignacio Gonzalez Espinoza
De nosotros dependen nuestras acciones (opiniones, inclinaciones, deseos y aversiones), de nosotros no dependen lo que no es nuestra propia acción (cuerpo, bienes, reputación, honra)”,
“Las cosas que dependen de nosotros son por naturaleza libres, nada puede detenerlas, ni obstaculizarlas, las que no dependen de nosotros son débiles, esclavas, dependientes, sujetas a mil obstáculos y a mil inconvenientes, y enteramente ajenas”
viernes, 3 de octubre de 2008
Mientras caminábamos, un colorado eclipse se formó en tu mirar
¡¿Por qué?!
Si tú dijiste, ya no quiero más.
Ese acentuado hedor se destapó al andar.
Con tu negra fragancia intentas andar
Si tú dijiste, ya no quiero más
El cielo negro por la humedad
El camino terco por nuestro andar
Marca este laberinto del quizás
El simple por qué del nunca jamás…
Quizás ya mas no me veraz, quizás ese amanecer no te vuelva a inspirar, pero quizás mas no podrás, entrar en mi mundo que se ríe al recordar...